CHIHUAHUA, CHIH.- Al grito de “¡Alto a los transfeminicidios” y de “¡No estamos todas, nos falta Mireya!” un grupo de mujeres trans cargan un ataúd hecho de papel y cartón, con la fotografía de Mireya Rodríguez Lemus, defensora de los derechos humanos de las mujeres trans y trabajadoras sexuales de Chihuahua, encontrada sin vida el 2 de septiembre de 2020, con evidentes huellas de violencia. Las acompañan activistas feministas y LGBT+.
La mayoría viste de blanco, y algunos cargan pancartas donde señalan a quien fuera el único detenido por el caso, Iván Arturo Palma, liberado en julio de 2022. También cargan piñatas que representan a los jueces que llevaron el caso, y otra que representa a Iván Arturo.
La procesión se dirige a la estatua de la justicia, frente a la puerta principal de la sede del Supremo Tribunal de Justicia del Estado de Chihuahua. Entre gritos de dolor y de rabia, suena desde una bocina “a cada minuto de cada semana, nos roban amigas, nos matan hermanas…”.
Al llegar, dejan la caja en el suelo junto a velas y a zapatos de tacón con sangre falsa. Una de las participantes, Karen, quien camina a paso lento apoyada en un bastón, se acerca para colocar amorosamente una bandera trans sobre el ataúd. Con la mirada seria, que asoma un profundo dolor, se hace a un costado y se apoya fuertemente sobre el bastón en la mano izquierda, mientras que con la derecha cuidadosamente alisa la bandera sobre el ataúd. Comienza el posicionamiento.
Mayte Regina Gardea, amiga y compañera de lucha de Mireya, toma el micrófono y empieza a leer, con la imponente voz que le caracteriza: “Expresamos nuestro profundo rechazo al veredicto que determinó la liberación del presunto asesino de nuestra compañera y hermana…” A los costados de Mayte se acomodan quienes acompañan la protesta. Varias personas ajenas al evento se acercan para escuchar. Una señora voltea, atenta, mientras carga en un brazo a un bebé y con el otro sostiene a su otra hija, unos años mayor. La otra mujer que les acompaña observa con atención.
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“En los últimos 7 años se han cometido 24 transfeminicidios en Chihuahua, de los cuáles sólo el de Mireya tenía una línea de investigación” continúa leyendo Mayte, mientras más gente sale del edificio a escuchar. “Después de 3 años de proceso judicial, el Supremo Tribunal de Justicia del Estado de Chihuahua, por medio del tribunal colegiado de enjuiciamiento, integrado por el juez Aram Delgado García, la jueza Lucero Anaid Moreno Navarrete, y el juez Ricardo Torres Márquez, determinaron en conjunto y por unanimidad el pasado 15 de julio de 2022 la liberación del presunto responsable de nuestra hermana” añade Mayte.
La activista dirige ahora la organización Unión y Fuerza de Mujeres Trans de Chihuahua, que fue fundada por Mireya Rodríguez Lemus. Su objetivo es defender a las mujeres trans trabajadoras sexuales de los abusos de la policía, y luchar por el reconocimiento de sus derechos como la adecuación de sus documentos de identidad. Mayte Regina es conocida entre activistas feministas y LGBT+ de su ciudad por su carácter fuerte y su coraje para enfrentar siempre a la cara a autoridades de toda índole, en reuniones y manifestaciones.
Cuando termina de leer el posicionamiento que prepararon, cambia su voz. El enojo aumenta y ahora sube su tono: “A nosotras se nos ignora, y se burlan en nuestras caras, en estos edificios que construyen para decir que aquí todos entran y habrá justicia para todos, ¡No es así! Para nosotras no hay justicia”.
En las pancartas que cargan los y las acompañantes se pueden leer frases como “sanción a jueces por asesinar la justicia”, “el transfeminicidio tiene rostro y nombre” junto a una foto de Iván Arturo Palma con la palabra “asesino” encima. Otra acusa a Iván de robar y vender el auto de Mireya, poseer el celular de la víctima al momento de su detención, y aún así estar libre.
“El juez Aram, la jueza Lucero y el juez Ricardo dijeron que ellos no creían aunque fueran 1000 declaraciones, que ellos se basaban en la resolución de un médico legista, desacreditándonos a todas nosotras que tenemos cómo comprobar que el viernes que dicen que murió, ella todavía estaba con vida, hay pruebas telefónicas, y pruebas de que el transfeminicida estuvo en su hogar” señala Mayte, en referencia a las inconsistencias del caso, denunciadas un año antes tras de la liberación de Iván Arturo.
Entre las pruebas que fueron desechadas por los jueces se encuentra un pantalón y un par de tenis que la fiscalía del Estado encontró dentro de una cubeta con cloro en el domicilio del acusado. Sin embargo, la prueba que más afectó el veredicto fue la de un médico legista que determinó que la fecha de muerte de la víctima fue “en los últimos 5 días”, desde su autopsia, que se hizo el mismo día que encontraron a Mireya sin vida, el 2 de septiembre.
El tribunal entonces determinó el viernes 28 de agosto de 2020 por la mañana como la fecha del asesinato, y omitió otras pruebas: “Existen las sábanas de comunicación del celular, entre las mujeres trans y la familia con Mireya. Estas los jueces no las toman en cuenta, y ahí está la prueba documental de la comunicación de Mireya con su familia hasta las 11:30 de la noche, y también está la comunicación en el 28 y 29 (de agosto)” señaló Laura Hernández, abogada de la familia, en 2022 tras la liberación de Iván Arturo por inconsistencias entre la línea del tiempo de la fiscalía y la del tribunal.
“¡El logo de Chihuahua debería ser un ataúd, a ver si les da vergüenza! porque en Chihuahua los jueces y las juezas llevan a cuestas los cadáveres de todas mis hermanas mujeres trans, y de todas las mujeres y niñas de nuestro estado que han sido asesinadas. ¡Justicia! ¡Justicia! ¡Justicia!” gritaba Mayte Regina, mientras otras participantes se unían al reclamo en la protesta.
Acto seguido, una de las amigas de Mireya pasó al centro, con el pecho descubierto. “¿Te avergüenza ver un cuerpo trans desnudo?” preguntaba Mayte mientras destapaba una botella con un líquido rojo semejante a la sangre, y lo vertía sobre el cuerpo de su compañera: “¿Y no te da vergüenza ver nuestros cuerpos ensangrentados? ¿No te da vergüenza? ¡Esto te debería dar vergüenza! A la sociedad y a quienes nos critican, porque así quedan nuestros cuerpos, bañados en sangre, mutilados, esto debería de indignarles, no nuestra manera de vivir, y de existir y de cómo caminamos”.
Tras esto, las manifestantes se agrupan para tomarse una foto, y le piden a la gente que las ve que se unan. Pocos se acercan, la mayoría prefiere seguir viendo desde lejos. Pero la mujer que cargaba un niño en brazos se acerca, junto con su hija, y la otra mujer que les acompaña. También piden justicia, y gritan junto a las manifestantes.
Después de la foto se dispersan, algunas de las amigas de Mireya acomodan las piñatas de los jueces a los pies de la estatua de la justicia, mientras la que representa al presunto asesino es colocada sobre el pedestal, tapando a la estatua. Por unos minutos la imagen que intentan presentar es clara y potente: un hombre impuesto sobre la justicia, por encima de los jueces, quienes voltean hacia otro lado.
Después bajan la piñata de Iván al suelo. Karen se acerca poco a poco, y se inclina sobre la piñata, pero esta vez usa su bastón para golpear a quien le arrebató a su amiga. Otras de las presentes se acerca con un frasco con combustible, que vierte sobre la piñata y le prende fuego. Mientras la piñata arde, quienes participaron en la protesta se abrazan, algunas lloran muy bajito.
Vuelven a encender la bocina, lo que me lleva de nuevo a la frase con la que empezaron la manifestación mientras cargaban el ataúd: