Cómo identificar (y combatir) el discurso de odio en las elecciones 2024

Este contenido fue originalmente publicado en Verificado y es realizado con el apoyo de la International Women’s Media Foundation (IWMF) como parte del Fondo Howard G Buffett para Mujeres Periodistas.


Por Melina Barbosa

Aunque no existe una definición universal de discurso de odio conforme al derecho internacional en materia de derechos humanos, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) lo define como:

«Cualquier tipo de comunicación ya sea oral o escrita, —o también comportamiento— , que ataca o utiliza un lenguaje peyorativo o discriminatorio en referencia a una persona o grupo en función de lo que son. Es decir, basándose en su religión, etnia, nacionalidad, raza, color, ascendencia, género u otras formas de identidad».

Si bien es cierto que el concepto de «discurso de odio» todavía se debate ampliamente, sobre todo en relación con la libertad de expresión, la no discriminación y la igualdad, como parte de nuestra cobertura en el proceso electoral 2024, en Verificado lanzamos el Observatorio de Discurso de Odio y Desinformación, para monitorear, verificar y analizar el discurso sexista y de odio que puedan recibir aspirantes mujeres y de la diversidad sexual durante las campañas.

Para ello es importante establecer cuáles son las formas de discurso de odio y tomando en cuenta los grupos vulnerables con más presencia en México, se pueden destacar los principales tipos de discurso odiante:

  • Antisemitismo: Prejuicio y discriminación a las personas de origen judío como grupo étnico, cultural o religioso.
  • Antiarabismo: Prejuicio y discriminación a las personas de origen árabe, como grupo étnico, cultural o religioso.
  • Aporofobia: Rechazo de las personas sin recursos o sin hogar.
  • LGBTfobia: Discriminación hacia las personas lesbianas, gays, bisexuales, trans intersexuales, queer y demás personas de la diversidad sexogenérica.
  • Racismo: Creencia de que; por motivo de la raza, el color de piel, el idioma, la religión, la nacionalidad, y/o el origen étnico, se justifica el desprecio hacia un grupo de personas. Se basa en un principio de supremacía racial, es decir, se cree que una “raza” es superior a las demás.
  • Sexismo: Discriminación de las personas por razón de sexo. Como consecuencia de la desigual relación de poder entre hombres y mujeres en la sociedad, la forma más común de sexismo es la misoginia, el rechazo, odio o discriminación hacia las mujeres.
  • Xenofobia: Rechazo contra personas migrantes o provenientes de otros países y culturas.
  • Clasismo: Es una forma de discriminación basada en la clase social de una persona.
  • Edadismo: Discriminación hacia las personas mayores, es decir, quienes pertenecen a la cuarta y tercera edad.

El discurso de odio frente a la libertad de expresión 

En el ámbito personal, la libertad de expresión es clave para el desarrollo, la dignidad y la realización de cada persona.

Mientras que en el ámbito gubernamental, la libertad de expresión es necesaria para la buena gobernanza y para el progreso económico y social, pues garantiza la rendición de cuentas al permitir que las personas debatan y planteen libremente al gobierno sus preocupaciones, incluídas la protección y promoción de otros derechos humanos.

No obstante, el derecho a la libertad de expresión no es un derecho absoluto ya que se puede restringir al amparo del derecho internacional de los derechos humanos.

Aunque también es importante enfatizar que responder al discurso de odio no implica coartar o prohibir la libertad de expresión, sino evitar que ese discurso se convierta en algo más peligroso, como una incitación a la discriminación, la hostilidad o la violencia, prohibidas en virtud del derecho internacional.

Consecuencias del discurso de odio

En los últimos años, el mundo ha presenciado multitud de crímenes en masa y en muchos de estos casos, el discurso de odio se ha identificado como un “predecesor de crímenes atroces, entre ellos el genocidio”.

El uso de las redes sociales y las plataformas digitales para difundir odio es relativamente reciente; sin embargo, el uso como arma del discurso público para ganar el favor político no es, por desgracia, algo nuevo.

Como la historia nos demuestra siempre, el discurso de odio unido a la desinformación puede llevar a la estigmatización, la discriminación y a la violencia a gran escala.

Un informe del Relator Especial sobre Cuestiones de las Minorías de la ONU da cuenta que el 70% o más de las víctimas de crímenes de odio o discurso de odio en las redes sociales pertenecen a minorías como las mujeres e infancias; migrantes y refugiados; personas LGBTIQ+; periodistas y personas defensoras de derechos humanos.

En México, por ejemplo, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) registra que desde 2017, la discriminación aumentó en 14 entidades federativas, y las personas LGBTIQ+, afrodescendientes y trabajadoras del hogar han sido las más afectadas.

De acuerdo con la ENADIS 2022, 37.3% de la población de 18 años y más de la diversidad sexual y de género declaró haber sido discriminada, siendo su forma de vestir o el arreglo personal el principal motivo.

Asimismo, la organización Letra S contabilizó al menos 87 muertes violentas de personas LGBTIQ+ por motivos presuntamente relacionados con su orientación sexual, identidad o expresión de género.

Esta cifra de 2022 representa un aumento de 10% en el número de crímenes de odio comparado con los años anteriores, cuando se reportaron 78 muertes violentas de personas sexodiversas en 2021 y 79 en 2020.

Otros discursos de odio frecuentemente difundidos tienen que ver con las personas migrantes y refugiadas, quienes tienden a estar particularmente expuestas al racismo, la xenofobia y a la intolerancia derivada de su estatus de movilidad.

“En la mayoría de los discursos xenófobos y antimigrantes, la movilidad humana se concibe como un problema que hay que combatir y detener, en los que las personas en movilidad son estigmatizadas y presentadas, sin ninguna evidencia, como un peligro para la sociedad, delincuentes, una carga para las economías de los países de destino, una amenaza para la cultura y la identidad nacional, competencia por los empleos o depresión de los salarios y, más recientemente, incluso como portadoras de enfermedades”, refiere el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED).

Esta retórica del odio y la instigación ha empeorado con el reciente aumento de personas refugiadas, solicitantes de asilo y migrantes en diversas regiones del mundo, donde el gran número de recién llegados ha puesto a prueba a los gobiernos y ha polarizado el debate público.

La más reciente Encuesta Nacional sobre Discriminación publicada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) refleja que en México el rechazo hacia las personas migrantes no ha cesado:

  • 19% de la población de 18 años y más estuvo de acuerdo con la frase “Cuando hay desempleo, debe negarse el trabajo a personas extranjeras”.
  • 35.4% de la población de 18 años y más no estaría dispuesta a rentarle un cuarto de su casa a una persona extranjera. Asimismo, el 33.2% no estaría dispuesta a rentarle un cuarto a una persona migrante o refugiada.
  • 25.6% de la población de 18 años y más, independientemente si tiene hijos o no, no estaría de acuerdo en que su hija o hijo se casara con una persona migrante o refugiada mientras que el 10.5% tampoco estaría de acuerdo si fuera una persona extranjera.
  • La ENADIS 2022 estima que 9.7% de la población de 18 años y más no estaría de acuerdo en contratar a una persona migrante o refugiada.

De la población migrante de 15 años y más —es decir, que nació en otro país o que cambió de lugar de residencia hace cinco años—, 28.8% declaró haber sido víctima de discriminación en los últimos 12 meses.

Combatir el discurso de odio

A veces puede ser difícil evaluar cuándo un comentario se entiende como discurso de odio, especialmente cuando se expresa en el mundo virtual y también puede ser abrumador tratar de lidiar con contenido odioso.

No obstante, hay varias maneras en las que se puede tomar una posición, incluso al no ser personalmente víctima del discurso de odio:

  • PAUSAR: Abstenerse de hacer comentarios de odio usted mismo y/o transmitirlos. Tanto en la vida online como offline, los mensajes odiantes tienen consecuencias e impacto y por ello debemos actuar de manera responsable para detener la propagación del odio y la desinformación.
  • VERIFICAR: Para detectar información falsa, incluida la propaganda de incitación al odio, asegurarse de verificar el origen del contenido con la ayuda de buscadores, herramientas de verificación de hechos y otras fuentes confiables.
  • ENSEÑAR: Puede ayudar a crear conciencia sobre el discurso de odio, en la vida online como en los espacios offline, simplemente participando con su familia y amigos en conversaciones sobre cómo el contenido de odio puede causar daño a la sociedad.
  • DISPUTAR: Se puede abordar el contenido de odio, creando una contranarrativa con mensajes positivos que difundan la tolerancia, la igualdad y la verdad en defensa de quienes han sido afectados por el odio.
  • APOYAR: Tomar una posición pública a favor de las personas que han sido afectadas por el discurso de odio, ya que extender su solidaridad demuestra que rechazar el odio es responsabilidad de cada individuo.
  • DENUNCIAR: La mayoría de las plataformas y comunidades en línea tienen reglas para mantener las discusiones entre usuarios respetuosas y le permitirán denunciar fácilmente los mensajes de odio a los administradores y moderadores.

Además, puedes reportarnos cualquier discurso de odio en nuestras redes sociales (@Verificado_Mx) o enviando la información a nuestra línea de WhatsApp +52 81 32 819184 (o dando clic en https://bit.ly/WAVerificado)

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